domingo, 10 de abril de 2011

2.

Ir a clase, últimamente, duele. Casi literalmente. Es un “bla bla bla” del que apenas logro quedarme con un par de datos interesantes. Mi imaginación galopa y va directa a recuerdos, historias… Ya ni siquiera tengo con quién hablar, ya que todos los compañeros con los que me llevaba han pasado de curso, y me da mucha pereza “hacer nuevos amigos”. No lo hago en mi tiempo libre, como para intentarlo en clase. Al final, hasta la gente ha acabado por cansarme. Tiene gracia. O no.

-…it takes 30 seconds…

La profesora, por supuesto, no sigue con un “to Mars”, como lo hace mi mente. Sonrío. Me preocuparía un poco más si no supiera que no soy la única. En aquel momento, alrededor del ancho mundo, cientos y cientos de personas podrían estar teniendo la misma locura. Es lo que hace…

Casi me sobresalto al ver que todo el mundo se levanta de sus asientos. Oh, vaya, que se ha acabado la clase… Y yo sin enterarme. A este paso, estoy viendo otro fracaso absoluto a la vuelta de la esquina… Me entristezco. Me gustaría ser capaz de concentrarme mejor. Pero hace tiempo que lejos de resultarme sólo difícil, es como si realmente no pudiera…

Mi mente vuelve al tema de antes. Una imagen fugaz de una sonrisa, meses atrás en un hotel de esta ciudad. A veces me arrepiento de lo que hice; otras, sé que fue lo correcto. No podía quedarme allí. Además…ya tendré tiempo de torturarme la semana que viene. Sonrío al pensar en ello. Viendo que no tienen intención de volver a España en un futuro próximo, nos vamos a ir a Escocia a verles. Aprovechamos que son las vacaciones de Semana Santa para ir sin problemas… Una semana. Una semana y volveré a ver aquellos ojos en directo. Y esta vez, habrá una valla en medio, y montones de gente alrededor.

Fuera de peligro.

Al salir por la puerta del edificio, veo a Gab, y voy corriendo a saludarle.

-¡Hola!-digo toda entusiasmada.

-¡Hombre, la desaparecida!

Alzo las cejas.

-¿Desaparecida? ¡De desaparecida nada!

-¿Cómo que no? Una cosa es que ya no vayamos juntos a clase, pero seguimos estando en la misma facultad… ¡Y no hay manera de verte el pelo!

-Bah-me limito a responder yo.

-Bueno, ¿qué? ¿Nerviosa?

-¿Mmm?

-¿No te vas la semana que viene a Escocia a ver a los marcianos esos? ¡A Escocia, nada más y nada menos!

Sonrío. Por primera vez desde que supe fijo que iba a ir, me permito regodearme en la idea, y mi sonrisa aumenta y aumenta, y Gab empieza a mirarme raro.

-¿Hola?-me pasa la mano por delante de la cara.

-Síiii, sí, me voy a Escocia. ¡Envidia que me tienes!

-¡Toma, pues claro! Me encantaría ir contigo, pero ahora mismo…-niega con la cabeza.

-¿Te vendrías a ver a los Mars?-me burlo yo.

-¡Pues incluso! Por ir a Escocia…

Empiezo a explicarle entusiasmada todo lo que voy a hacer, y él me responde con la misma cantinela de siempre:

-¡Tú lo que quieres es ver contonearse al Leto! ¡A mí no me engañas!

Porque sé que lo dice en broma, que si no le pegaría.

-No, Gab, te confundes-digo yo como quien le explica las cosas a un niño-. Al que le encantaría eso es a ti…

-Bah-me contesta él, haciéndose el ofendido.

Yo río y casi me tropiezo mientras caminamos al hacerlo. La vida realmente merece la pena sólo por momentos así.

Apretones y más apretones. La primera fila siempre está bien, porque me imagino tener que aguantar esto sin valla a la que agarrarme y… Mientras la mayoría de chicas a mi alrededor gritan histéricas, yo miro con algo de angustia a mi lado, donde Lucía me sonríe con algo de esfuerzo. Su cara refleja la misma angustia que la mía. La sensación de claustrofobia y aplastamiento. Lo cierto es que es divertido y fastidioso a partes iguales, asistir a un concierto. Yo me entretengo dándole un pequeño pisotón o empujón “sin querer” a alguna de las fangirls que por desgracia me rodean. Suspiro. Si al menos no gritaran tantísimo… Me van a dejar sorda, joder. Y bueno, también está el hecho de tener que contenerse para no repartir hostias cada vez que escuchas un “Fuck me”. Pero, al menos de momento, eso no sucede… De momento, sólo sale Evan para revisar los últimos ajustes de la batería (como siempre, he procurado ponerme en el lado de Shannon). Y es entonces cuando gente como Lucía o como yo nos volvemos verdaderas fangirls, gritando su nombre contentas y saludando con la mano como quien saluda a un colega. Evan, que a estas alturas ya nos conoce, esboza una media sonrisa algo tímida, hace un poco el tonto, las fangirls empiezan a gritar su nombre histéricas al oírnos llamarle. Lucía y yo lanzamos puñales con los ojos.

Evan finalmente se va, las luces se apagan… Me aferro aún con más fuerza, si es eso posible, a la valla. Siento el subidón de adrenalina (realmente llevo mucho rato en pleno subidón, pero sube unos cuantos peldaños más), el encogimiento en el corazón, la fuerza vibrante recorrerme el cuerpo… Ah, esto es mejor que cualquier droga. Es algo que no dudo. La oscuridad dentro de mí desaparece, todo es pureza y luz.

Cuando suenan las primeras notas, la misma sensación extraña de siempre. El querer llorar y no poder. La repentina falta de aire. El nudo en la garganta… El público estalla en energía, recibiendo a la banda de sus sueños. Ni siquiera las fangirls podrían estropear un momento como éste. De hecho, ya no oigo sus berreos ni sus frases indecentes. Echo un vistazo a mi lado, donde está Lucía, y veo sus ojos brillantes, y me pregunto si así es como estarán los míos. Supongo que sí.

Aunque no me guste reconocerlo ni a mí misma, las piernas me fallan cuando él aparece, susurrando el primer verso de la canción. Cuanto más se acerca al borde del escenario, más me descubro a mí misma buscando su mirada como una adicta. Intento desvanecer mis pensamientos recorriendo con la mirada el resto del escenario. Shannon enfrente de mi posición, con esa fuerza desgarradora en la batería. Más allá, tan lejos que me cuesta distinguirle, Tomo toca la guitarra con aquella expresión, como si estuviera fuera de este mundo. Inspiro hondo, cierro los ojos. Dejo que la sensación, esta sensación que sólo ellos consiguen darme, me recorra por completo y a la vez fluya por todos los poros de mi piel. The Believers. Realmente aquello parece una reunión de fanáticos sectarios, sólo que no hay lavados de cerebro, no hay represión, no hay censura. El creer nos hace libres. Believe. Believe. Believe… Me repito mentalmente como un mantra. El canto del Echelon casi se superpone al suyo, me empieza a costar distinguir su voz. No importa, porque su voz está dentro de mi cabeza. Yo también me hago trizas la garganta cantando aquellos versos que me sé hasta la saciedad, sin saber ya ni lo que digo.

En una de estas, mi mirada se cruza con la de Lucía, y ambas sonreímos, compartiendo un mismo sentimiento. Realmente, si hay algo que tenga que agradecerles con toda el alma, son los preciosos tesoros que me han dado. The Believers. Su entusiasmo es mi entusiasmo, su adoración es mi adoración. Aquella clase de conexión… A lo largo de mi vida, la gente con la que he tenido una conexión parecida se puede contar con los dedos de las manos. Aquel pensamiento por un instante me distrae del momento, y casi me caigo cuando los empujones de los demás prácticamente me arrollan. No es bueno quedarse quieto durante un concierto. Mientras estés en movimiento, todo es mejor. Recupero la energía, salto con aún mayor ahínco. Veo a Shannon ponernos caras desde detrás de su batería, y vuelvo la vista hacia Lucía, pero ella está en otra parte, cantando y saltando.

El concierto parece ir demasiado deprisa. Cuando quiero darme cuenta, una canción ya ha acabado, y empieza otra… Me emociono especialmente cuando tocan alguna de mis favoritas. Grito más, salto más. Mi sonrisa parece que va a dar la vuelta completa a mi cara. Si tengo que ser honesta, siento algo parecido a un orgasmo en algunas ocasiones. Cuando su voz se quiebra, cuando susurra alguna parte de una canción. También me resulta difícil mirar a Shannon sin que se disparen mis fantasías. Ah, los Leto. Irradiando atracción animal por todo su cuerpo. Pero, sobre todo, por sus miradas. Son la misma y completamente distintas al mismo tiempo.

Sin darme cuenta, en mitad de sus cabriolas, ha llegado a esta parte del escenario. Cruza una mirada cómplice con su hermano, extasiados ambos. Se acerca peligrosamente al borde del escenario, baja la vista. Por un momento, sus ojos se cruzan con los míos. Su expresión cambia por una milésima de segundo, también mi corazón deja de latir.

Me ha reconocido.

Él se aleja sin que parezca que nada haya pasado, pero a mí me da vueltas la cabeza. Estoy segura. Algo en su mirada, en ese gesto que no ha podido evitar por un instante… Realmente ha pasado. Me ha visto y me ha reconocido. No sé lo que eso significa ni lo que puede siquiera importar, pero me cuesta seguir el ritmo en esos momentos. Me aferro a la valla tan fuerte que tengo la impresión de que acabaré atravesando el puro metal. Ah, mierda. Todo era tan perfecto… Y ahora no podré evitar este pensamiento que empieza a retumbar en mi cabeza. Cierro los ojos otra vez. Siento el retumbar de la batería en el pecho. Shannon. Recuerdo aquella expresión divertida, como riéndose de un chiste que sólo él conoce, que tenía en el hotel. Y luego él había aparecido, y…

Basta. Vuelvo a aquel recinto, a ser consciente de que mantengo un precario equilibrio sujeta a una valla, de los empujones, de los chillidos que me dejan sorda, de que hago esfuerzos por seguir saltando. Con voz algo temblorosa, también vuelvo a cantar. No puedo dejar que nada me quite este momento. Nada en absoluto.

Vuelvo a sonreír, sin pensamiento alguno en la cabeza. Sólo pureza y luz. Evito su mirada y apenas le miro a partir de ese momento. Me centro sobre todo en Shannon, que nos hace reír y emocionarnos, todo en uno. Después de tanto tiempo, todavía me parece magia su forma de tocar la batería. Sin mirarla, sin, aparentemente, apenas esfuerzo. Juraría que la mayor parte del sudor que ya le cubre toda la frente es fruto sólo de la luz de los focos. Aquellos focos que provocan ataques epilépticos… Es algo que no han cambiado desde que los vi por última vez actuando en España. Pero ahora incluso lo agradezco, porque me impiden verle con claridad mientras se pasea por todo el escenario.

-Este hombre es un culo inquieto…-musito yo como para mí sola. Y así es, porque no creo que nadie me oiga en mitad de aquel jaleo. Joder, ¿he dicho culo? Me sale una risa histérica con mi siguiente pensamiento. Lucía me mira por un instante algo extrañada, yo disimulo.

Me estoy montando mi propio espectáculo yo sola… y de repente ha desaparecido, se apagan las luces, y después de unos instantes un foco ilumina a Shannon que, guitarra en mano, se sienta en la silla que le han puesto. Siento que la emoción me va a hacer estallar. Y cuando rasga la guitarra por primera vez, las lágrimas finalmente desbordan mis ojos. Es curioso, que de todas, sea esa la que me haga llorar así. Sonrío al pensarlo. La escucho con las manos tapándome la boca y sin apenas poder ver por las lágrimas. Mi medicina.

La nostalgia y la tristeza me empiezan a invadir antes incluso de que suenen las últimas notas. Breve pero intensa. Aplaudo tan fuerte que creo que me voy a destrozar las manos, y Lucía a mi lado sonríe al ver mis ojos llenos de lágrimas. Qué le voy a hacer, no lo puedo evitar.

Entonces vuelve. Con la guitarra colgada, se pasea observándonos.

-What song do you guys wanna hear?

Lucía a mi lado grita con todos sus pulmones la canción de su elección. Distingo algunas de las otras voces conocidas, con sus propias elecciones; algunas coinciden, otras no. Yo no digo nada. Cualquier canción será genial, y de todas maneras no suele cantar las que yo querría. Al notar una constante en los gritos de las voces conocidas, decido ayudarles y suelto un par de gritos mientras él prosigue con sus preguntas y su charla. Muchos (críticos de música y así) le reprochan que pierda el tiempo con tanto… “parloteo”. Lo que no saben es que realmente nos incluye, realmente quiere saber qué queremos oír, y a ser posible nos dará lo que pedimos.

Finalmente, empieza con la última versión de canción ajena que ha hecho, provocando chillidos realmente histéricos. Centrándome en la letra, bastante provocativa, sonrío con una sonrisa torcida que me recuerda a la de Shannon, aunque no pueda verme para comprobar si es realmente parecida. Él también pone alguna que otra cara mientras canta, y pienso en lo increíblemente provocador que es, y en cómo parece disfrutar intensamente con ello. Las últimas notas se mezclan con una melodía que me resulta desconocida. ¿Una nueva creación o simple improvisación…? Escucho atentamente, cada una de las notas, cada una de las palabras. Le oigo cantar, pero no entiendo lo que dice, algo aturullada por todo. Alguna frase que creo entender y que me encoge el corazón. Y sin darme cuenta, pasa a la siguiente, y la siguiente…incluyendo alguna de las que mis voces conocidas gritaron, por lo que las voces de júbilo son mayoritarias en nuestro lado… La última, que toca mitad acústica y mitad normal, ya ha empezado. Se levanta del asiento, vuelve la energía junto al sonido de la batería, la guitarra de Tomo y el bajo… Vuelve a sus cabriolas y danzas por el escenario, parándose un momento al lado de su hermano, y cuando se vuelve al público su mirada está perdida en el infinito. No mira hacia aquí, y me sorprende mi propio suspiro de alivio.

No me sorprendo cuando, al cantar esa canción con videoclip tan…explícito (censurado en muchos sitios), su actitud es más y más provocadora, y su voz se quiebra, y creo que a mi alrededor las fangirls caen fulminadas al suelo como moscas, mientras yo sonrío, ya sin poder saltar. Me limito a mantenerme de pie como puedo, mientras mi sonrisa y mis lágrimas se funden. Intento combatir el estrangulamiento en mi garganta, la tristeza de saber que está a punto de acabar. Todas aquellas horas esperando en la cola… Las risas, los nervios, la impaciencia. Se me hace demasiado corto. Realmente aquello es peor que una droga.

La histeria colectiva se asemeja a una explosión cuando, antes de la última canción, se pasea por el escenario mirando a la gente… Llegó la hora de escoger. Supongo que cualquier otro día habría intentado ser escogida, pero hoy desearía poder esconderme. Con un poco de suerte no… De reojo, que es como le observo, el mundo se me cae encima cuando me doy cuenta de que nos ha señalado a Lucía y a mí. No, no, no… Los seguratas, algo confusos, no aciertan a la primera con casi ninguno de los escogidos, y le veo negar con la cabeza, corregir, volver a señalar. Del puro aplastamiento contra la valla por culpa de las histéricas empiezo a desear hacerle caso, y finalmente Lucía y yo somos sacadas como podemos por los seguratas. Me doy cuenta de que casi nos desnudan en el intento, de tan apretadas como estábamos. Intento cubrirme como puedo al tiempo que les ayudo a sacarme. La situación es, cuanto menos, hilarante.

Ya de pie en el foso, siento la mano de Lucía apretar la mía, y cuando me vuelvo hacia ella intercambiamos sonrisas. Corremos por donde nos indican para subir al escenario… Segundos antes de poner un pie en él, siento que me voy a desmayar. No puedo… Pero he de hacerlo, ya estoy aquí… Lucía, aún agarrada a mí, tira de mi brazo y su expresión parece decir: “¡Vamos, hemos de vivirlo a tope!”. Su sonrisa luminosa me da toda la energía que necesito. Mientras que algunas y, algo que me sorprende un poco más, algunos casi se tiran encima de él, intentan hacerle fotos (sin éxito, porque él les baja las cámaras, a lo que Lucía y yo nos partimos), Lucía y yo bailamos cantando por el escenario, saludamos a Tomo, a Shannon, que sonríe al verme (yo disimulo), al resto del equipo, y cuando Lucía quiere saludarle, yo me hago la loca, saludo a la gente que conozco que no ha podido subir. Si me descuido, mi corazón caerá encima de alguna de aquellas cabezas que nos miran con envidia. Y antes de que pueda ser plenamente consciente del momento que estoy viviendo, como siempre, la canción se acaba. Los últimos acordes, la despedida… Saludamos emocionados desde el escenario, y Lucía y yo, abrazadas, no podemos contener los ríos de emoción.

Aunque algún listillo o listilla intenta colarse y perseguir a los chicos, los seguratas y alguno del equipo técnico contienen a la masa desatada. Lucía y yo apenas podemos movernos, nos quedamos allí plantadas hasta que casi todo el mundo ha desaparecido… Hasta que finalmente nos “invitan a bajar”, y en las escaleras, venida de alguna parte, logro distinguir la voz de Shannon:

-Look at you. Your face right now is so funny... What did you expect?

He logrado recobrarme prácticamente del todo cuando nos reunimos con el resto.

-Habéis subido… ¡qué envidiaaaaa!-nos reciben con un gesto a medio camino entre la envidia cochina y la alegría por nosotras. Me vuelve a salir la risa histérica, y todos me miran divertidos.

-Mírala, se ha quedado loquísima… ¡ya nunca serás la misma!-me pasa Celia el brazo por los hombros, dándome un apretón cariñoso.

Yo sonrío, una sonrisa nerviosa que más bien debe parecer una mueca.

-Oye, ¿vamos a ver si los alcanzamos, no?

-¡Corred, corred!-y salimos disparados, al darnos cuenta de que más gente ha pensado lo mismo que nosotros.

Seguro que esta verja deja una bonita marca en mi cara… Pongo los ojos en blanco. Menos mal que me queda el humor, porque si me tomara la vida tan en serio como alguna gente, ahora mismo podría matar. Bueno, realmente podría matar incluso siendo yo, en este momento. Todas estas… chicas empujando y forcejeando. Vale que luches un poco por alcanzar un buen puesto, pero almas cándidas, un respeto por el prójimo. Ya no queda respeto por el prójimo. Suspiro. Me parece que últimamente suspiro mucho.

Un llanto me distrae de mis pensamientos. Parece una niña pequeña…miro alrededor. No aparenta tener más de 6 años, y además es tan menuda… Llora desconsolada, probablemente ha perdido a quien la acompañaba entre tanto jaleo, y nadie se digna siquiera a mirarla. A mi alrededor sólo hay fangirls sin corazón. Con un gruñido de incredulidad, le hago gestos a la pequeña para que venga hacia mí, y luchando con un par de imbéciles que no quieren dejarla pasar a primera fila, logro cogerla en brazos.

-Hi, sweetheart-le digo con la voz más dulce que consigo poner, más aún cuando la rabia todavía se filtra por mis venas como lava candente-. Are you lost?

Un chillido general que casi me revienta el tímpano me indica que, probablemente, ya están fuera. Echo un vistazo, no veo nada; centro mi atención en ella.

-Ye…yeah-solloza la pobre. Yo intento animarla con mi mejor sonrisa-. I…I can’t see my mommy… And…everybody was…-solloza con más fuerza.

-Don’t worry hun, you’re safe now. What’s your mommy’s name?

-Last name is McCarthy. Yeah, McCarthy-me dice con aquella firmeza propia de la infancia. Me inspira ternura.

A mi lado, de repente, un par de histéricas, a las que no les había prestado atención, parecen estar quejándose de que la niña haya conseguido primera fila así por las buenas. Que debería quedarse en el sitio en el que estaba, como los demás. Que ni siquiera es nada mío… Siento que ya no puedo contener más mi rabia, y el volcán entra en erupción.

-Shut the fuck up!-grito bien fuerte-. It’s just a little girl, for fuck’s sake! Don’t listen to me, hun-le susurro en voz algo más baja a la niña, sin querer tampoco que escuche cosas como ésa.

En mi visión panorámica, veo que él, que hablaba con unos fans más allá, ha reparado en el escándalo que estamos montando en un momento. Joder. Joder, ostia puta, mierda, joder. Alguno de mis improperios los materializo en palabras, insistiéndole a la niña en que se tape las orejas. Lo que menos quiero en ese momento, eso es lo que él hace. Acercarse.

-What’s going on here?

Chillidos histéricos, y por un momento cierro los ojos del dolor de oídos.

-Apparently, losing our voices in the most stupid way-digo yo en voz muy baja, pero inexplicablemente, él me oye. Luego recuerdo que estoy al lado de la verja, y que se ha colocado justo frente a mí. Siento su mirada taladrarme.

-Is that your child?-me pregunta.

¿Qué coj...? Bufo de la sorpresa.

-No way… she’s lost. I was trying to help her.

Él aún me mira durante unos eternos segundos antes de alzar su voz, callando a todo el mundo.

-Guys, guys, pay attention please…-le toma aún un tiempo acallar los chillidos de rata. Sí, eso son aquellas, ratas nauseabundas. Sacudo la cabeza. ¿De dónde saco tanto odio inexplicable? Entonces, reparo en una cosa.

-It’s Mrs. McCarthy-le digo bruscamente, y él asiente.

-It’s Mrs. McCarthy out there? Your child is safe. Nothing to worry about, she’s here.

Me lo comería allí mismo, delante de todo el mundo. Frunzo el ceño ante mi propio y repentino pensamiento. Un grito de alivio se oye entre la multitud.

-Hannah? Are you there, my love?

-MOMMY!-grita la niña de repente, al oír a su madre-. MOMMY, I’M HERE!-y casi se me cae de mis brazos ya algo inseguros.

Oigo las palabras balbuceantes de la madre. Muchos “Thank God” entremezclados con cosas que no logro entender muy bien.

-This girl’s been very good with me, mommy!-la niña, que desde su posición ya ha localizado a su madre, me señala, seguramente en vano. No creo que me vea desde dondequiera que esté, igual que yo no la veo a ella…

-I’ve only lifted you up, hun-susurro más como para mí misma yo, algo avergonzada. Todo el mundo me está mirando.

-Look at this little girl… you’re a fan of Mars, sweetheart?-le dice él con la voz más dulce que he oído jamás. Puto. No me hagas derretirme de esta manera.

-Yeah, yeah!-palmotea ella entusiasmada, y sonrío. Él sonríe también, con la vista fija en mí. Se me pone el gesto serio, y le ignoro.

-Can you guys let this mother come here and finally pick up her dear child?

En vez de mandarle a cierto sitio, como habrían hecho si hubiera sido yo la que lo hubiera pedido, se apartan en cuestión de segundos. Todo el mundo hace caso al frontman. Eso seguro.

La madre corre hacia aquí, y me emociono al ver el reencuentro entre madre e hija, sin saber muy bien por qué. La madre me mira fijamente, con un “Thank you” que se lee claramente en su expresión antes incluso de que lo pronuncie su boca. Abochornada, apenas se oye mi “Not a big deal…”, que enfatizo con un movimiento de brazo. Ella sonríe, la pequeña empieza a parlotear sobre lo que le ha pasado y sobre mí sin apenas respirar.

-Come back within half an hour-oigo susurrar muy cerca de mi oído, a pesar de la verja que nos separa. Mi corazón da un vuelco. Miro alrededor, pero nadie más parece haberse dado cuenta de aquella frase furtiva.

Él se limita a pasearse un poco más, intercambiar un par de palabras, hasta que finalmente se despide, por el que la multitud estalla en “Goodbyes” y alguna que otra exclamación de decepción, y juraría que algún llanto.

La marea humana se dispersa. Yo me quedo apoyada en la valla, por un momento sin apenas poder respirar. Ha dicho… ¿realmente ha dicho…? Debía estar de coña. Tras unos instantes, alzo la vista, buscando a cualquiera de mis… Nadie. En pocos minutos, aquello está más desierto que los bares en época de exámenes. P-e-r-fecto.

Saco mi BB para localizar a los demás. Una vez en mi mano, la miro durante largo rato sin hacer nada. Media hora… dijo media hora. Tenía que estar de coña, ¿verdad? O sea, que no tiene sentido… Y si fuera verdad, tampoco tenía por qué quedarme allí pasando frío. Vamos hombre.

Me descubro a mí misma dejándome caer al suelo, aún apoyada en la verja. Si es que soy tonta. Me creo mucho pero soy muy, pero que muy tonta… Me pongo a trastear en la BB, esperando que aquella media hora se haga corta.

Por suerte o por desgracia, no me quedo completamente sola en aquel lugar alejado de la pura civilización. Los del equipo técnico no dejan de cargar cosas en los camiones, y todavía veo a Evan y alguno más pasar. Todos me miran con curiosidad. Sí, no es muy normal que esté allí sola en mitad de la nada, tan tranquilamente sentada en el suelo mirando mi BB. Pero qué queréis, el jefe me ha dicho que espere, y yo le hago caso como una gilipollas.

Después de un rato, alguien se acerca.

-Excuse me miss… are you OK?-frase tentativa que en realidad significa: “¿Qué cojones haces que sigues aquí, y encima tú sola?”

-I’m…just…waiting-acierto a decir yo-. Everything’s OK-pongo una gran sonrisa en mi cara. Se me suelen dar bien estas cosas.

-Waiting...-parece confuso al principio aquel bigotudo-. Oh, someone’s gonna pick you up, right?-sonríe entonces, aparentemente aliviado por haber encontrado la solución al enigma.

-Yeah-contesto inmediatamente yo, pensando que es mejor una mentirijilla que cualquier cosa que le pueda decir. Sonrío otra vez para inspirar confianza.

-Well, you should tell them to hurry. You shouldn’t be left here alone when we finally left, you know-parece preocupado. Mi sonrisa de ahora es más sincera.

-I know, I know. I told them to really hurry, but I don’t know how long it’s gonna take them to get here. I’m not even from here, so I don’t really know...

-Oh, you’re not Scotch?-sonríe él afable. Parece dispuesto a darme conversación, hacerme compañía hasta que… vengan a recogerme. Es un buen hombre.

-No, actually not… I’m not even British.

-I could tell, as you’re actually talking to me and not just staring at me like I’m an odd picture or something-bromea, y yo le sonrío intentando inspirarle la mayor confianza posible, para no arriesgar mi historia inventada.

-They’re not that bad, you know. People has been very kind to me since I’ve got here...

-Just kidding, girl. There’s always people of all kinds in every place of the world. And I can tell by experience, you know-dice señalando a los camiones, y entiendo lo que quiere decir. ¿En cuántos sitios habrá estado aquel hombre? Le envidio un poco. Pero sólo por el hecho de viajar. No sé cuál es exactamente el trabajo de aquel hombre, pero intuyo por su corpulencia y lo que he visto antes de que se haya acercado que probablemente cargue cosas muy pesadas. Sí, debe ser uno de los tipos que se encargan de meterlo todo otra vez en los camiones. Mi imaginación nuevamente desbocada, y mi agradable conversación con aquel hombre, se ven interrumpidas por una presencia que, sólo con llegar y plantarse allí, altera notablemente la atmósfera. La actitud relajada de aquel hombre se vuelve un poco más profesional, y él parece sonreírle para que no se ponga aún más nervioso, como he hecho yo hace apenas un momento.

-Please leave us alone, if you don’t mind.

-Sure...-dice él, sin embargo nervioso, se despide con un movimiento de cabeza y se va, algo vacilante. Aún se vuelve una última vez a mirarnos antes de marcharse definitivamente.

-You took notice of my…petition.

-Well, uhm, yes-musito yo, algo huraña. Esta defensa que no puedo evitar.

-I couldn’t thank you-dice entonces él-. You know, that day.

Yo no contesto. No me encuentro la voz.

-The day I lost my…-empieza a explicarse él, interpretando erróneamente mi silencio.

-I know, I know-digo yo entonces.

Cómo no iba a recordarlo. Aquel día sentí que me caía en tus ojos, exactamente igual que ahora mismo.

-Well, then… thank you. Really. Thank you very much.

-Not a...

-...big deal-acaba él mi frase con una sonrisa. Abochornada hasta el extremo, me revuelvo incómoda en mi posición. Aquella verja, lejos de resultarme un estorbo, me da una absurda seguridad que ni yo misma entiendo.

-I don’t even know the name of the girl who saved my life-sonríe él, medio bromeando.

-I just...gave your BlackBerry back, it’s not...

Su mirada intensa me hace enmudecer.

-My name is Alma.

No me merezco aquella sonrisa.

-I’m, well, you know already, but… I’m Jared.

1 comentario:

  1. ¿Quien no ha soñado con algo así? Es fantástica la historia. Enganchas desde la primera frase. Tengo el "Come back within half an hour" metido en el oido...

    ResponderEliminar